Cuando los niñ@s no vienen de París.
Los contenidos de esta sección están extraídos del libro de Marga Muñiz Aguilar, "Cuando los niñ@s no vienen de París".
Una extensa y documentada guía para las familias adoptivas y profesionales del mundo de la adopción.
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Vamos al colegio
Durante la infancia, los niños pasan una buena parte de las horas del día en el colegio o realizando tareas escolares en casa, por lo que cualquier familia desea que ésta sea una experiencia positiva. Sin embargo, en algunas familias, el tema escolar no sólo centra, sino que agota todas sus energías.
Podemos decir que, en general, la problemática escolar tiene dos aspectos:
- El aspecto cognitivo, que hace referencia a la capacidad de aprender habilidades específicas y conocimientos.
- El aspecto social, que hace referencia a la capacidad de participar e interactuar socialmente con sus iguales.
Estos dos aspectos no siempre se desarrollan armónicamente. Un niño puede tener una maduración cognitiva adecuada para su edad, pero puede ser inmaduro socialmente, o a la inversa.
En el caso de las familias adoptivas, lo primero que se preguntan es si el problema tiene que ver con el hecho de ser adoptado, o si se trata simplemente de un problema madurativo común a muchos otros niños.
Hay que decir que estas dificultades afectan por igual a niños biológicos y niños adoptados. Lo que sí tenemos que tener presente es que las causas que están en el origen de estos problemas, es decir, los factores de riesgo, están presentes con más frecuencia en niños adoptados, aunque estos problemas no sean intrínsecos al hecho mismo de la adopción.
En este sentido hay muchos mitos que no siempre se corresponden con la realidad.
El rendimiento escolar puede tener un buen pronóstico dependiendo de una serie de factores, entre los que se encuentran las condiciones en el país de origen, la calidad de los cuidados pre-adoptivos y la ausencia de un exceso de factores de riesgo ambientales y/o genéticos, que tienen repercusión en el rendimiento escolar, como un desarrollo neurológico apropiado, la nutrición pre y postnatal, el desarrollo psico-afectivo y la estimulación recibida en los primeros años de vida.

Mitos
Todos los niños adoptados tienen problemas de aprendizaje
Todo lo que necesitan es amor y buena alimentación
Mientras más pequeños sean en el momento de la adopción, menos problemas tendrán en el futuro
Aprendieron tan rápido la nueva lengua, que no tendrán problemas escolares
Cuanto más tiempo pase en el orfanato, mayor es el riesgo y más graves son las consecuencias
Es mejor escolarizarlos cuanto antes para “normalizar” su nueva vida
Deben ser escolarizados según la edad. Es cuestión de esperar y se adaptarán sin problemas
Realidad
Dentro de la población adoptada, existe todo tipo de niños, incluidos los niños superdotados
Aunque son imprescindibles, a veces, no son suficientes para enfrentar las necesidades educativas
Esto no es una garantía para evitar problemas escolares: es el caso del Síndrome de Alcoholismo Fetal
El dominio del lenguaje coloquial no impide tener problemas con el lenguaje cognitivo/ académico
No todo depende de la duración, sino también de la calidad del cuidado y estimulación que haya recibido
El establecimiento de un vínculo familiar seguro es prioritario para cualquier aprendizaje futuro
La ubicación debe hacerse, tras una valoración psicopedagógica, en el grupo de edad más adecuado
Estrategias para afrontar los problemas escolares
Dado que el fenómeno de la adopción internacional es relativamente reciente en nuestro país, ni el sistema educativo ni los profesionales de la enseñanza han tenido prácticamente tiempo de asumir los hechos diferenciales que caracteriza a algunos miembros de este colectivo en el ámbito escolar.
Algunos de los errores más frecuentemente asumidos tienen que ver con la adquisición del nuevo idioma. La mayoría de estos niños aprenden el nuevo idioma con sorprendente rapidez, por lo que en principio no parece hacer razón aparente para preocuparse. Sin embargo, ni el sistema escolar ni las familias generalmente asumen que el desarrollo del lenguaje coloquial no es suficiente para conseguir el adecuado desarrollo escolar, ya que la rapidez en la adquisición del nuevo idioma no es un indicador directo de las habilidades cognitivas generales.
La razón estriba en que las habilidades lingüísticas necesarias para la comunicación social son diferentes a las habilidades necesarias para adquirir el lenguaje cognitivo, que hace referencia al idioma como herramienta de razonamiento y aprendizaje académico. La adquisición del lenguaje coloquial es previa a la adquisición del lenguaje cognitivo y es el soporte que se usa para, a través de las experiencias tempranas, adquirir las bases del lenguaje cognitivo/académico.
Por otra parte, en muchos casos, tienen que volver a iniciar la adquisición de un nuevo idioma cuando sus coetáneos nacidos en el país están desarrollando las bases para el desarrollo del lenguaje cognitivo.
El grupo de mayor riesgo es el los niños adoptados entre 4 y 8 años. Por debajo de esta edad tiene un margen para recuperar las funciones no desarrolladas, antes de entrar en la enseñanza primaria. Los mayores de 8 años, seguramente saben leer y escribir en su lengua de origen, por lo cual pueden transferir algunas de las habilidades lingüísticas al nuevo idioma.
El remedio tradicional (trabajo más intenso en grupo pequeño o individual, siguiendo la misma metodología que en clase) suele ser ineficaz, cuando no contraproducente. Es ineficaz porque esta solución asume la presencia de una base cognitiva adecuada, que es precisamente lo que está ausente. Puede ser contraproducente porque supone aumentar el nivel de frustración cuando los resultados no acompañan a los esfuerzos realizados.
La investigación y la práctica apuntan a una estrategia que incluya:
- Una adecuada valoración inicial.
- Una apropiada ubicación escolar de acuerdo a sus competencias actuales y no a su edad cronológica.
- La enseñanza de habilidades cognitivas específicas, por parte de especialista, que les permita aumentar su competencia cognitiva.
- Abordaje adecuado del componente emocional del problema.
- Apoyo cognitivo, lingüístico y emocional en casa.

La importancia de un desarrollo neurológico apropiado
Gracias a los avances de la neurociencia, hoy sabemos que todo el proceso de desarrollo cerebral, incluso antes de nacer, está influenciado por condiciones ambientales, tales como la nutrición, el afecto y la estimulación. Hasta hace sólo 15 años, los expertos sostenían que el niño en el momento de nacer ya tenía estructurado su desarrollo cerebral, y que, básicamente, estaba condicionado por la genética. En la actualidad, los expertos consideran que el cerebro trae una estructura determinada por la herencia genética, aproximadamente en un 60%. El 40% restante depende de la influencia ambiental.
Gracias a los avances en la química cerebral, la histología y el uso de nuevas tecnologías, hoy sabemos que la masa encefálica de un recién nacido guarda las neuronas de toda su vida, pero la conexión entre las neuronas no está totalmente terminada. Esto significa que las células nerviosas capaces de activar el cerebro humano necesitan ser construidas en los primeros años de vida, fase en la cual se produce la interconexión entre neuronas que se conoce como sinapsis.
Durante esta fase, las neuronas con que nacemos, unos 100 billones, comienzan el proceso de conectarse con otras neuronas. Lo hacen produciendo fibras llamadas axones, que transmiten señales, y dendritas, que reciben señales. Este proceso de cableado se da mejor cuando la experiencia y el estímulo se repiten. Las sinapsis aumentan de 50 trillones al momento de nacer hasta 1.000 trillones en los primeros meses de vida. Es como un sistema de carreteras. Los caminos con más circulación se ensanchan. Los que se usan rara vez se deterioran.
Esta es la razón por la cual las primeras experiencias de la vida son tan cruciales. Aquellas sinapsis que se han activado frecuentemente en base a las experiencias vividas, tienden a mantenerse, llegando así a ser permanentes, mientras que las que no se han usado lo suficiente tienden a desaparecer. En la medida que el niño va ganando experiencia, ya sea positiva o negativa, el cableado del cerebro pasa a ser más definitivo.
Los neurocientíficos han podido demostrar que, de alguna forma, a través de mecanismos hormonales, los factores emocionales captados por el cerebro llegan a influir directamente en el crecimiento físico y en el desarrollo adecuado de los procesos inmunológicos. Si estos estímulos emocionales son negativos, se traducen en un retardo en el crecimiento, en una mayor susceptibilidad a las infecciones y en un retraso de las funciones cerebrales, cognitivas, motoras y sociales.
Los genes y la experiencia actúan en conjunto. Los genes determinan el cableado básico del cerebro y la experiencia lo ajusta. Así, las características que heredamos de nuestros padres serán moldeadas por lo que nos ocurra cada día. Los talentos y los potenciales se pueden reforzar por medio de interacciones con las personas y el ambiente, o se pueden debilitar, e incluso desaparecer. Se calcula que el coeficiente intelectual de un niño/a puede variar hasta 20 puntos dependiendo del estímulo y experiencia que reciba en los tres primeros años de vida. El poder de las primeras interacciones entre adultos y niños es tan importante que hay investigaciones que muestran que a la edad de dos años los bebés cuyas madres les hablaban frecuentemente habían aprendido casi 300 palabras más que aquellos cuyas madres casi nunca les hablaban. Estos años son la época fundamental del desarrollo del cerebro, ya que durante esta etapa se forman las bases del pensamiento y del lenguaje que permanecerán con nosotros, sin grandes cambios, a lo largo de nuestra vida.
En este sentido, la plasticidad cerebral también implica que las experiencias negativas tienen más posibilidades de dejar daños permanentes y graves. Así, la exposición a factores ambientales adversos o las experiencia traumáticas tempranas puede interferir en el desarrollo de las áreas subcorticales y límbicas del cerebro, lo que se puede traducir posteriormente en síntomas de ansiedad extrema, depresión e incapacidad para relacionarse de manera adaptativa.
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